Sadhguru: Una tarde, subí a la colina Chamundi, en la ciudad de Mysore, y fui a una roca en particular —una roca enorme que era mi lugar habitual— y me senté allí con los ojos abiertos. Al cabo de unos minutos, yo no sabía dónde estaba. Hasta ese momento, como la mayoría de la gente, siempre pensé: «Este soy yo y ese es alguien más». Pero, por primera vez, no sabía qué era yo y qué no era yo. Lo que era yo estaba esparcido por todas partes. Yo pensé que esta locura había durado entre 5 y 10 minutos, pero, cuando volví a mi manera de ser normal, habían pasado cuatro horas y media. Yo estaba sentado allí, completamente consciente, con los ojos abiertos. Me había sentado allí alrededor de las 3:00 de la tarde. Eran las 7:30 de la noche cuando salí de eso. Por primera vez en mi vida adulta, las lágrimas me brotaban a tal punto que mi camisa estaba completamente mojada. Yo era alguien que nunca había permitido que ni una sola lágrima saliera de mis ojos. Pero, ahora, de repente, las lágrimas me brotaban a tal punto que mi camisa estaba mojada.

Yo siempre había sido feliz; eso nunca fue un problema para mí. Tenía éxito en lo que estaba haciendo. Era joven y no tenía problemas; pero, ahora, estaba estallando con otro tipo de éxtasis que era indescriptible. Cada célula de mi cuerpo estaba estallando con éxtasis. No tenía palabras. Cuando sacudí mi cabeza e intenté preguntarle a mi mente escéptica: «¿Qué me está pasando?», lo único que mi mente pudo decirme fue: «A lo mejor, te estás volviendo loco». No me importaba qué era, pero no quería perderlo, porque era lo más bonito que había sentido jamás. Nunca había imaginado que un ser humano pudiera sentir algo así en su interior.

La siguiente vez que esto ocurrió fue muy significativa, porque había gente a mi alrededor. Estaba sentado con mi familia a la mesa. Pensé que habían pasado 2 minutos, pero en realidad habían pasado 7 horas. Estuve sentado allí, totalmente alerta, pero sin tener noción del tiempo. Esto ocurrió muchas veces. Una vez, esta experiencia duró 13 días. En un lapso de seis semanas, esto se convirtió en una realidad viva, y todo en mí cambió en esas seis semanas. Mi voz cambió; la forma de mis ojos cambió. Si ves fotos mías de esa época, puedes ver claramente que algo cambió drásticamente en mi cuerpo. Yo sabía que tenía que hacer algo, pero no sabía qué. Solo sabía que la dicha estallaba en mi interior, y sabía que esto podía sucederle a todos los seres humanos. Todos los seres humanos tienen el mismo ingrediente interior. Esto es posible para todos los seres humanos.

Es mi deseo y mi bendición que esto te suceda. Ya sea que escales el Everest o no, ya sea que te conviertas en el hombre más rico del planeta o no, tu experiencia de vida en este planeta debe ser placentera. Debes vivir dichosamente e irte. Esto es lo que debería sucederle a todos los seres humanos. Todos se lo merecen y todos son capaces de ello.