Tabla de contenido
1. Los primeros años de Gautama, el Buda
   1-1. El camino del Buda hacia la iluminación
   1-2. Cómo Gautama se convirtió en un buda
2. El Buda y el astrólogo
3. Cuando el Buda envió al padre de un hombre al cielo
4. El Buda y Angulimala
5. La historia del Buda y Ananda
6. ¿Dios existe?
7. Cómo el Buda originó el zen
8. El Buda dijo: «Suéltalo»
9. Por qué el Buda envió a un monje con una prostituta
10. Una madre pide al Buda que reviva a su hijo muerto
11. Cómo murió el Buda

Sadhguru: Si digo «buda», hoy en día, la mayoría de la gente piensa en Gautama, el Buda. Gautama no fue el único buda. Hubo muchos antes que él, muchos en esa época y muchos más después de él. Buda no es su nombre. Su nombre fue Gautama Siddhartha. Se convirtió en un buda. La palabra «bu» significa «buddhi» o el intelecto. Aquel que está por encima de su intelecto es un buda.

Probablemente no haya nadie en el mundo que no haya oído el nombre de Gautama. Aunque ha habido muchos budas, su nombre ha perdurado. Él ha sido una de las mayores olas espirituales y, probablemente, el maestro espiritual más exitoso del planeta. En su propio tiempo de vida, tuvo cuarenta mil monjes y este ejército de monjes salió a crear una ola espiritual. No hizo nada muy nuevo como tal, pero ofreció espiritualidad a la sociedad de la manera que funciona. Hasta entonces, el proceso espiritual se ofrecía solamente en sánscrito en esa parte del mundo y el sánscrito estaba disponible solo para una cierta comunidad de personas. A otros se les impedía aprenderla porque esta lengua se veía como la clave hacia lo Divino. Por vez primera, Gautama habló en pali, que era la lengua común de la época. Abrió las compuertas de la espiritualidad a todo tipo de personas.

#1. Los primeros años de Gautama, el Buda

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Gautama era un príncipe de un pequeño principado. Cuando nació, algún yogui predijo que se convertiría en un gran emperador o en un gran sabio. Cuando hizo esta predicción, el padre de Gautama se emocionó un poco. Él no quería que se convirtiera en un gran sabio. Quería que se convirtiera en un gran emperador. Pensó que si lo exponía a algún sufrimiento o miseria, podría convertirse en un sabio. Así que, lo mantuvo en un placer absoluto: lo mejor en comida, ropa y placeres. Cuando tuvo diecinueve años, su padre lo casó con una joven muy bonita, lo mantuvo en un palacio aislado del resto de la sociedad donde vivió en el placer y nunca fue expuesto a ningún tipo de sufrimiento. Un día, Gautama pensó en simplemente dar un paseo por la ciudad, así que le pidió a su cochero que lo llevara.

Mientras iba, vio a un hombre anciano. Nunca había visto a un anciano en su vida. Su padre lo había protegido de todo esto. Dijo: «¿Qué le ha pasado?». El cochero dijo: «Oh, es solo un anciano». «¿Cómo sucede esto?», preguntó. Él dijo: «Todo el mundo envejece algún día». Se miró a sí mismo; era un joven agradable. «¿Qué, yo también?». Dijo: «Sí, todo el mundo envejece». «Si se vive lo suficiente, se envejece». Para él fue una comprensión de que «me convertiré en esto».

Luego, vio a un hombre tendido en la calle que estaba enfermo de algo, sin poder levantarse y con un gran sufrimiento. Dijo: «¡Detente! ¿Qué es este tipo? ¿Qué está haciendo?». Él dijo: «Oh, está enfermo, desafortunadamente». «¿Qué significa eso?». Dijo: «El cuerpo, a veces enferma. Le puede pasar a cualquiera». «¿A mí, un príncipe? ¿Me puede pasar a mí?». «Le puede pasar a cualquiera». Entonces vio: «Oh, me puedo convertir en esto». Quedó completamente perturbado con esto. Luego, fueron más lejos y vio un funeral. Llevaban el cadáver de un hombre. «¿Qué le pasó a ese tipo?». «Oh, acaba de morir, eso es todo». «¿Qué significa eso?». «Eso le pasa a todo el mundo, sin excepción». Entonces, dijo: «¿Qué estoy haciendo? ¡Solo comer, placeres y tonterías! ¿Qué estoy haciendo conmigo mismo?». Se sumió en una confusión interior. De repente, ser un príncipe y tener los placeres de este palacio se esfumaron para él.

Empezó a buscar: «¿Qué sentido tiene todo esto? Este cuerpo va a envejecer, puede enfermar y morirá con seguridad. ¿Por qué invierto mi vida entera en esto?». Pero, para entonces él tenía un niño pequeño. No podía dejar a esta amorosa esposa y a este adorable bebé. Luchó y luchó.

Para entonces, había transcurrido algo más de un año y cuarto. Cuando el niño tuvo un año y medio, no pudo aguantar más: en medio de la noche, sin avisar a nadie, se escabulló del palacio como un ladrón y se marchó para siempre. Se fue a investigar: «Quiero saber la verdad sobre esta vida».

El camino del Buda hacia la iluminación

Estos eran tiempos en que diferentes escuelas estaban establecidas en la India. En un momento determinado, había más de 1800 formas diferentes de hacer las cosas, 1800 variedades distintas de yoga. Era como la ciencia médica actual. Hace veinticinco años, si querías un chequeo médico, solo necesitabas a tu médico de cabecera. Hoy, hay un médico para cada parte de tu cuerpo.

De manera similar, esto sucedió con el sistema yóguico. La gente empezó a especializarse en una variedad de pequeñas cosas. Cuando la especialización cruza cierto punto, se vuelve ridícula. Esto le pasó al yoga. Cruzó ese punto donde 1800 especializaciones diferentes del yoga sucedieron. Fue entonces que llegó Patanjali y, en cierto modo, asimiló todo en los Yoga Sutras para minimizar esta expansión que crecía sin fin.

Cuando llegó Gautama, fue después de Patanjali, pero aún había muchas cosas. Fue de escuela en escuela y siguió ocho formas diferentes de samadhi. Vio que todas ellas eran experiencias maravillosas, pero eso todavía no lo liberó. En este estado, empezó a caminar como un samana, que es un cierto sistema en el que su práctica fundamental es nunca pedir comida. No van en busca de comida porque quieren vencer el instinto fundamental de supervivencia.

Los samanas solían simplemente caminar y nunca pedían comida. Pero la cultura era sensible. Si veían a una persona espiritual caminando, la gente cocinaba en casa, corría detrás de él y le servía, donde fuera que estuviese, porque sabían que no pediría comida. Si te conviertes en un samana hoy, ¡caminarás hasta la muerte! En aquellos días, la gente era sensible a su sadhana y respondía, por lo que había miles de samanas caminando por el país. Gautama se convirtió en un samana. Aunque no pidieras comida, podías caminar cerca de un pueblo para que la comida llegue. Pero Gautama se lo tomó demasiado en serio y simplemente caminó. Se convirtió en solo huesos y una bolsa de piel.

Entonces, llegó a un lugar donde había un río llamado Niranjana. Había entre cuarenta y cinco y cincuenta centímetros de agua y se metió en ella. A mitad de camino en el río, no tenía la energía para cruzar. Había una rama muerta y simplemente se aferró a ella. No tenía la fuerza para dar el siguiente paso, pero, no era el tipo de hombre que abandona. Se aferró. No sabemos por cuánto tiempo. Tal vez fueron dos minutos. Cuando te sientes tan débil, esos dos minutos pueden parecer muchos años. Entonces, mientras aguantaba, simplemente se dio cuenta: «¿Qué es lo que pretendo? ¿Para qué estoy deambulando por todo el país? Yendo de escuela en escuela, aprendiendo esto, aprendiendo lo otro, ¿qué es lo que busco?». Entonces, se dio cuenta: «Realmente no hay nada. Esta vida está en marcha. Todo lo que tengo que hacer es eliminar las barreras que no me permiten experimentar esto».

Cómo Gautama se convirtió en un buda

Cuando se dio cuenta de que todo está dentro de sí mismo y que no hay otro lugar donde buscar, de repente tuvo la energía para dar el siguiente paso y el siguiente paso. Cruzó el río y se sentó bajo ese, ya muy famoso, árbol de Bodhi. Era una noche de luna llena. Se sentó allí con esta determinación: «O veo la naturaleza suprema de mi existencia ahora, o me sentaré aquí y moriré. No abriré los ojos hasta saberlo».

Una vez que tomó esa resolución, conocer lo que hay dentro de ti, puede suceder en un momento. Cuando vio que no tienes que hacer nada en particular para la realización, se iluminó por completo. Y la luna brillaba. No había comido bien desde hacía muchos años. Fue un samana durante cuatro años y había reunido a cinco discípulos. Estos tipos pensaron: «Él es real. Como no come, es muy rígido», y ahora veían que estaba en un estado exuberante, podían ver la luz en su rostro. Entonces, esperaban que abriera los ojos y diera la enseñanza. Abrió los ojos, los miró, sonrió y dijo: «Cocinen algo, comamos». Estaban totalmente decepcionados. Pensaron: «Perdió la cabeza». Caminaron con él cuatro años cuando no tenía nada más que tortura, pero cuando se iluminó, lo abandonaron porque querían oír algo grave. Pero dijo: «Cocinen algo, comamos. Hemos desperdiciado nuestro tiempo».

#2. El Buda y el astrólogo

Un día, después de haberse convertido en un buda, Gautama fue y se sentó bajo un árbol. No porque un árbol sea el mejor lugar bajo el que sentarse, sino porque ese era el único bien inmueble de aquellos tiempos. No había muchos edificios por todos lados. Un árbol era un lugar agradable bajo el que sentarse, en lugar de sentarse bajo un sol abrasador.

Un astrólogo de gran competencia en su oficio vino a bañarse en el río y vio una huella en la orilla. Hay observaciones mediante las cuales al mirar cómo son los pies de alguien, se puede predecir exactamente lo que hará.

Vio que esta era la huella de un emperador, alguien que debía gobernar el mundo. Entonces, se preguntó ¿por qué estaría una persona así en este lugar remoto cerca de una selva? Y siguió la huella, pensando que se encontraría con un emperador. Entonces, vio a este monje, Gautama, sentado bajo un árbol. Miró esto y pensó: «O mi astrología salió mal, o estoy siendo engañado, o estoy en algún tipo de alucinación. ¿Qué pasa aquí?». Fue hacia Gautama y preguntó: «¿Quién eres?». Gautama dijo: «No soy nadie, solo soy un don nadie». «Pero tienes los pies de un emperador, ¡deberías conquistar el mundo!». Gautama dijo: «Lo seré, pero no por la conquista».

Hay dos formas de poseer el mundo: por conquista o por inclusión. De ambas formas, algo o alguien se vuelve tuyo. Pero si vas por la conquista, siempre será un dolor de cabeza. Si incluyes, esto se convertirá en un gran realce de la vida. Dijo: «Soy el emperador del mundo». El astrólogo dijo: «Eres un monje, no posees nada». «No poseo nada y soy un don nadie. Es por eso que todo es mío».

Convertirte en «nada» no significa que no sirvas para nada, cuando eres «nada», significa que te has vuelto completamente inclusivo. Si eres «algo», significa que solo puedes ser eso. Si eres «nada», puedes ser de la manera que quieras. Este astrólogo se sentó y dijo: «Eres un monje, no tienes nada, y encima dices 'no soy nadie y todo es mío'. ¿Qué es esto?». Gautama dijo: «Ven, tengo un camino para ti. Estás ocupado haciendo predicciones de la vida, yo tengo un plan». Haces predicciones de la vida porque eres incapaz de hacer un plan. Por eso recurres a las predicciones. Si eres capaz de elaborar un plan y ejecutarlo, no recurrirías a las predicciones. Gautama dijo: «Estás ocupado haciendo predicciones. Yo estoy aquí, yo tengo un plan. Ven, forma parte de mi plan, ¡haremos que suceda algo más!».

#3. Cuando el Buda envió al padre de un hombre al cielo

En la India, cuando tu padre o tu abuelo fallecen, existe un sistema elaborado sobre lo que hay que hacer. Sucedió que un hombre murió y su hijo quiso asegurarse de que su padre fuera al cielo. En la ciudad, hay muchas agencias de viajes que reservan entradas al cielo. Fue de agencia en agencia y todas estaban dispuestas a tomar la reserva pero nadie tenía una entrada confirmada. Pero él quería una entrada confirmada para su padre. Entonces, se enteró de que Gautama, el Buda, en persona, estaría en la ciudad ese día.

Un ser iluminado significa que tiene una línea directa con Dios. Si él mismo recomienda a tu padre, tu padre entra directamente en el cielo sin ser detenido en las puertas. Así que, fue a buscarlo.

Gautama estaba sentado bajo un árbol frente a un enorme lago en las afueras de la ciudad. Fue, cayó a sus pies, se aferró a ellos como un caimán y dijo: «Mi padre era un buen hombre y falleció. Quiero que te asegures de que vaya al cielo. Debe subir, no bajar». Antes de que Gautama pudiera abrir la boca, dijo: «No debes decir que no». Hay una tradición en la India según la cual si alguien viene a ti y pide: «Voy a pedirte algo, no debes decir que no». Eso significa que no puedes decir que no porque él está así de desesperado acerca de eso. No tienes elección. Entonces, Gautama dijo: «Ahora qué puedo hacer, ya me has puesto esta restricción, no puedo decir que no. De acuerdo, haz una cosa, vuelve a casa, date un chapuzón en el río a las cuatro de la mañana, toma una olla de barro y llénala mitad con piedras y mitad con mantequilla, átala con un paño, tráela aquí y veremos qué podemos hacer por tu padre».

Nuestro hombre fue. Si tu padre va a ir al cielo, ¿llevarías una olla pequeña? Compró la olla más grande que había en el pueblo, llenó la mitad con piedras, la otra mitad con mantequilla y la ató. Cargó con gran dificultad esta pesadísima olla, vino y se puso delante de Gautama. Gautama lo miró y dijo: «Da tres vueltas al lago y ven». Esto se llama circunvalación. Hay una ciencia detrás de ello, pero ahora la gente lo lleva a extremos ridículos de dar tres vueltas alrededor de todo. Gautama dijo: «Da tres vueltas al lago y ven». El hombre dio tres vueltas al lago cargando esta pesada olla. Estaba medio acabado cuando vino y se puso delante de Gautama. Gautama miró su estado y su determinación. Le dijo: «Sencillamente métete en el agua hasta que el agua te llegue al pecho». Se metió.

Entonces, Gautama dijo: «Deja entrar suavemente la olla». La olla entró y se hundió. Gautama recogió un palo grueso, se lo lanzó y dijo: «Toma el palo y ahora con un solo golpe, debes romper la olla». La olla estaba bajo el agua y el hombre estaba cansado. Romper esto de un solo golpe era una tarea difícil. Pero tu padre se va a ir al cielo, ¿puedes rendirte? Se puso ahí y se preparó. El hombre pensó en todos los dioses que conocía y contuvo la respiración. Entonces, Gautama dijo: «Si lo rompes de un solo golpe, las piedras vendrán y flotarán en la superficie, la mantequilla se hundirá. Entonces tu padre lo habrá logrado». De un fuerte golpe, la olla se rompió y la mantequilla salió a flote. Miró este sacrilegio: «La mantequilla subió, ¿ahora qué hacer?». Miró a Gautama. Gautama dijo: «No lo logró». La mantequilla subió cuando se suponía que las piedras iban a subir y el hombre se sintió totalmente decepcionado y abatido. Entonces, dio la vuelta y empezó a caminar de regreso.

Mientras salía del agua, su cerebro empezó a funcionar. Vino hacia Gautama y preguntó: «Dijiste que la mantequilla se hundiría y las piedras flotarían. ¿Cómo es eso posible? Las propias leyes de la naturaleza son tales que las piedras solo pueden hundirse, la mantequilla solo puede flotar. ¿Me engañaste?». Gautama dijo: «Oh, ahora que sabes tanto sobre las leyes de la naturaleza, ¿cuál es el problema? Si tu padre es como la mantequilla, subirá; si es como una piedra, bajará. ¿Qué puedo hacer yo al respecto? ¿Y qué puedes hacer tú al respecto? Te ves muy cansado. Ve a casa y duerme».

#4.  El Buda y Angulimala

sadhguru-wisdom-article-buddha-stories-angulimalaHabía un hombre. El nombre que la gente le daba era Angulimala. Algo le ocurrió, sintió que la sociedad había sido injusta con él, y se convirtió en un hombre iracundo. Cuando eres joven, piensas que todo es injusto contigo. Así que, se enfadó mucho con la sociedad e hizo un voto. En este pueblo que había sido injusto con él, iba a matar a 101 personas, cortar uno de sus dedos y llevarlo como un rosario alrededor de su cuello.

Se dedicó a hacer esto. Estaba alojado en una selva, pero este era el camino para ir a muchos otros lugares. La gente estaba aterrorizada de ir por este camino. En pocos años, mató a cien personas. Solo quería una más para satisfacer su lujuria. Un día, Gautama, el Buda, llegó a este pueblo. Para entonces, porque vestía una guirnalda de estos dedos, lo llamaban Angulimala, que significa: «El que lleva dedos como guirnalda». Necesitaba solo un dedo más para completar su voto. Gautama llegó e iba a ir por ese camino. La gente dijo: «No vayas por ese camino. Este no es un hombre. Este es un animal. Este no es alguien a quien puedas ir y dar una enseñanza o hacerlo meditativo. No vayas, porque quiere solo una vida más. No queremos que esa sea la tuya». Entonces Gautama dijo: «Si no voy yo, ¿quién irá? Y él seguirá insatisfecho. Solo necesita un dedo más. Dejen que yo vaya». Así que, fue. Angulimala estaba sentado en una roca y vio a este monje que se acercaba tranquilamente.

A estas alturas, disfrutaba de su reputación. La gente se aterrorizaba de él y eso le gustaba. La gente temblaba con solo mencionar su nombre. Así que, sentado allí en la roca, rugió solo para que este monje supiera que «Estoy aquí, y este es tu final que se acerca». Gautama lo miró y siguió caminando tranquilamente con una sonrisa en la cara. Esto no le gustó. Normalmente, cuando lo veían o lo oían, la gente corría atropelladamente queriendo salvar su vida. Eso le gustaba. Este hombre solo caminaba. Saltó de la roca, vino, se puso delante de él, y dijo: «¿Quién demonios eres? ¿Y sabes quién soy yo?». Mostró su guirnalda, todo dedos. «¿Sabes acerca de mí?». Gautama dijo: «Bueno, oí hablar mucho de ti, ¿y qué?», y siguió caminando. «¿Adónde crees que vas? ¿Sigues adelante cuando te hablo?». Gautama dijo: «Mi marcha se detuvo hace mucho tiempo. Yo llegué. Tú eres el que intenta ir a alguna parte».

Entonces Angulimala rió. Dijo: «Basura. Definitivamente eres un hombre demente. Yo estoy parado, y tú dices que estoy yendo. Tú caminas, y dices que no estás yendo. ¿Qué te pasa?». Gautama dijo: «Yo llegué hace mucho tiempo. No voy a ninguna parte. Tú eres el que intenta ir a alguna parte. Pero no sabes cómo llegar allí. ¿Quieres mi dedo o quieres mi cuello? Ya tienes dedos, puedes colgar mi cabeza y sería un buen colgante para el collar. Porque yo ya terminé, ya llegué. No importa si estoy físicamente aquí o no. Puedes hacer lo que quieras».

El placer de matar es solo cuando están aterrorizados y no quieren morir. Cuando alguien quiere morir y no le importa, ¿de qué sirve matar a este tipo? Y parece que aunque mate a este tipo, su ansia de 101 vidas no estará satisfecha porque este tipo no le da el placer. Entonces dijo: «Espera, dime: ¿de qué se trata esto? Te mueves, y dices que llegaste y que no te estás moviendo. Yo no me muevo y tú dices que me muevo». «Estás buscando la realización a tu manera: 101. Yo estoy realizado. Esta es la gran diferencia. Y puedes tomar mi vida. Si crees que vas a realizarte, hazlo, porque mi trabajo es realizar a las personas. Si sucederá tan fácilmente que vas realizarte sin una enseñanza, solo cortándome la garganta, solo hazlo, ¿cuál es el problema?».

Entonces Angulimala se convirtió en su discípulo. Gautama dijo: «Debes ir al pueblo en el que has matado a cien personas». Los monjes de Gautama se llamaban «bikkus». Bikku significa literalmente mendigo. Le dio un manto amarillo y un cuenco para mendigar. Le dijo: «Ve a buscar alguna comida en el pueblo». En un pueblo pequeño, cien muertos significa que casi cada familia había perdido a alguien por este hombre. Angulimala llegó al pueblo como monje. La gente vio esto y se aterrorizó. No sabían por qué había venido. Todos se fueron y se quedaron en sus terrazas porque tenían miedo de lo que haría. Entonces, cuando vieron que se había vuelto manso, no era el mismo hombre feroz, empezaron a lanzarle piedras porque cada familia había perdido a alguien por él. Así que continuó, las piedras lo golpearon y sangraba por todas partes. Entonces cuando el lanzamiento de piedras se volvió un poco excesivo, Gautama vino, pidió a la gente que se detuviera y dijo: «Este no es el mismo hombre. Este hombre es una extensión de mí. Me lanzan piedras a mí. Simplemente paren. No tiene sentido matar a este hombre porque este hombre llegó a la realización de una manera muy difícil. No pueden desperdiciar a este hombre matándolo ahora». Angulimala se convirtió en un discípulo estrella y recorrió todo el país difundiendo la forma de vivir y el conocimiento del Buda. Pero siguieron llamándole Angulimala porque había llevado esos dedos alrededor de su cuello.

#5. La historia del Buda y Ananda

La relación de Ananda con Gautama era la de primo hermano. Cuando Gautama comenzó a iniciar gente en el monacato, Ananda vino y dijo: «Yo también me convertiré en monje. Pero, si me convierto en tu discípulo, voy a poner una condición y debes escucharme porque soy tu hermano mayor: Voy a convertirme en tu discípulo pero siempre estaré contigo. Nunca me enviarás a ninguna diligencia. Siempre seré tu sombra». Gautama levantó la vista y dijo: «Depende de ti, no tengo ningún problema». Si quieres convertirte en discípulo y pones una condición, nunca tendrás la experiencia de ser un discípulo. En el momento en que pones una condición, acabas de destruir todas las posibilidades de vida. Gautama se rió y dijo: «De acuerdo». Una vez que tuvo esta condición, cumplió la condición. No tuvo ningún problema.

Una vez, Gautama decidió visitar a su esposa a quien no veía desde hacía más de ocho años. Se había marchado en medio de la noche cuando su hijo era un niño muy pequeño. Yashodha era una mujer muy orgullosa. Le dolió mucho que se fuera en medio de la noche sin una palabra. Abandonó el reino, a su hijo, a su esposa y se marchó sin decir nada. Ocho años más tarde, fue a verla porque quería que esta posibilidad que él había experimentado se hiciera posible para ella. Gautama dijo a Ananda: «Ahora, voy a reunirme con mi esposa. Por favor, mantente alejado, no eres necesario. Ya está muy ofendida y enojada porque me fui en medio de la noche. Ahora, si te llevo de acompañante y voy allí a encontrarme con mi esposa, ella no se lo tomará bien. Por favor, quédate aquí para esto». Ananda dijo: «Mantén tu palabra».

Era una situación muy incómoda. Gautama no es del tipo que rompe su palabra. Dijo: «De acuerdo» y llevó a Ananda a conocer a su esposa. Ella estaba furiosa, hizo berrinches, le gritó, lo llamó cobarde. Él la escuchó en silencio. Luego, le dijo: «Ese hombre que se casó contigo ya no existe, ese hombre se ha ido. Pero yo estoy aquí, ahora soy el Buda, soy un ser realizado. Lo posible para ese hombre era quizá unos cuantos hijos más. Pero ahora, algo tremendo es posible. Este hombre es totalmente diferente. Por favor, mírame, no soy la misma persona».

Ella dijo: «Nada que hacer, tú eres mi esposo». Todo esto condiciona las relaciones, como la de Ananda. «Eres un cobarde y dejaste a este pequeño hijo. Él ni siquiera sabe quién es su padre. Huiste». Ella tenía muchas cosas que decir. Dijo todo lo que quería decir. Gautama dijo: «Está bien». Entonces Yashodha jugó el truco usual, dijo: «¿Qué es lo que le vas a dar a tu hijo?». Trajo a su hijo y le dijo: «Pregúntale a tu padre qué te va a dar». Gautama había venido preparado. Llamó a Ananda y dijo: «Por favor, trae mi cuenco para mendigar». Trajo el cuenco para mendigar. Llamó a su hijo y dijo: «No quiero que sufras como rey, así que te doy la libertad suprema. Mi legado es mi cuenco para mendigar». Entregó su cuenco para mendigar a su hijo de ocho años y él se convirtió en un sanyasi.

Ananda destruyó su posibilidad por una sola condición. Se lo perdió todo. Cuando Gautama estaba en su lecho de muerte, solo los discípulos iluminados entraron. Todos los demás se quedaron afuera. Ananda lloró y dijo: «Era tan cercano a él pero me deja fuera de su círculo, ¿por qué? ¿Por qué no me pasó a mí?». Cuando la gente le hizo la misma pregunta a Gautama, dijo: «¿Cómo puede una cuchara saborear la sopa?». Si quieres saborear la sopa, necesitas esa conciencia de la lengua. En el momento en que pones condiciones a la vida, te vuelves inanimado. Te reduces a una cosa y tratas de reducir a la otra. Pero esa otra cosa está lejos de ti. Eso fue lo desafortunado con Ananda.

#6. ¿Dios existe?

Un incidente muy maravilloso ocurrió en la vida de Gautama, el Buda. Cierta mañana, estaba sentado en una congregación de sus discípulos y se acercó una persona. Era un devoto de Rama. Estuvo haciendo solo 'Rama, Rama, Rama' toda su vida y no solo estuvo en el templo, construyó muchos templos él mismo. Era un gran devoto. Ahora la edad pasaba y una pequeña duda surgió. «Toda mi vida estuve haciendo solo 'Rama, Rama, Rama'. Hay tanta gente aquí que no cree en Dios y aún disfrutan del mundo. Me lo he perdido todo solo para pronunciar el nombre de Dios. Supón que Dios no existe, como dicen otros... habré perdido toda mi vida». Sabía que Dios existe, pero, solo tenía una pequeña duda.

«De todos modos, hay un ser iluminado aquí, se supone que él sabe». Fue a ver a Gautama. Por la mañana temprano, antes de que saliera el sol, se puso en las sombras y preguntó: «¿Dios existe?». Gautama miró al hombre y dijo «no». Por primera vez, dijo un claro «no». Para todos los discípulos allí, esta era una lucha dentro de ellos todo el tiempo, si Dios existe o no. Esta es una lucha tremenda, que ha durado miles de años. Desde que el hombre comenzó a existir en este planeta, esta lucha ha estado en su interior. La lucha sucede tanto para los creyentes como para los no creyentes. Por primera vez, Gautama dijo un «no» enfático y hubo un gran suspiro de alivio. Ya no tienes que luchar más. Dios no existe. Nadie te espía, puedes hacer lo que quieras con tu vida. ¡Qué alegría! Hubo un gran alivio.

Por la noche, llegó otro hombre. Este hombre era un charvaka. Estos eran materialistas a ultranza que no creían en nada más que en lo que ven. En aquellos tiempos en el país, solía haber charvakas profesionales. Llegaban a tu ciudad y lanzaban un desafío: «Te probaré que Dios no existe. Si me pruebas que Dios existe, te daré tanto dinero, pero si te pruebo que Dios no existe, debes darme tanto dinero». Esta era su profesión. Él era un charvaka experto. Puede que llevaras cincuenta años creyendo en Dios, pero si hablabas con él quince minutos, te probaría que Dios no existe. Había probado que Dios no existe a miles de personas. Su edad pasaba y una pequeña duda surgió. «Supón que Dios existe. Después de probar que 'Dios no existe' durante tanto tiempo, cuando vaya allí, ¿me dejará en paz? Estos creyentes dicen que Dios es muy vengativo, ¿me dejará en paz?». Surgió un poco de miedo. Sabía que definitivamente Dios no existe, pero, solo tenía una pequeña duda.

Vino a Gautama al atardecer después de que el sol se hubiera puesto, y, de pie entre las sombras, hizo la misma pregunta: «¿Dios existe?». Gautama miró al hombre y dijo «sí». Nuevamente hubo confusión entre los discípulos. Por la mañana, estaban muy felices de que no existiera Dios. Por la noche, él dice que Dios existe. ¿A qué juega Gautama? ¿En qué consiste el juego de todas formas? ¿Solo intenta crear confusión? Ahora bien, todo el juego consiste en quitar toda la creencia para que realmente busques. Con la creencia solo has destruido la búsqueda.

#7. Cómo el Buda originó el zen

Un día en particular, Gautama llegó y se sentó en el estrado. Cientos de discípulos lo esperaban para que hablara. Había una persona en este grupo que era conocida como Mahakashyap. El resto de la comunidad allí, había decidido que estaba loco porque nunca venía a escuchar las charlas de Gautama, el Buda, nunca meditaba ni hacía nada. Simplemente se sentaba bajo un árbol como un tonto. No era un hombre espiritual inteligente, simplemente se sentaba allí. Todo el mundo lo había descartado como a un tonto a quien no le puedes enseñar nada. Ese día, Gautama llegó y se sentó. Tenía una flor en la mano. Sencillamente se quedó mirando la flor. La gente esperaba que hablara, pero estaba tan absorto en la flor que no dijo ni una palabra. Los minutos se convirtieron en horas pero él simplemente miraba la flor. Nunca se molestó en hablar. De repente, Mahakashyap rompió en risas. Se rió a carcajadas. Entonces Gautama miró a Mahakashyap y al resto de la multitud y dijo: «Lo que puedo dar con palabras, se lo di a ustedes; lo que no puedo dar con palabras, se lo di a Mahakashyap». Ese fue el origen del zen. No hay ciencia, enseñanza, escritura, método o práctica. Simplemente te sientas y esperas. Cuando ocurre, te ocurre a ti.

El zen es un camino loco, pero un camino muy maravilloso porque no hay absolutamente ninguna atadura en ninguna parte. Pero si el zen tiene que suceder, tiene que haber un Mahakashyap, tiene que haber alguien que esté en ese nivel de percepción; de otro modo no sucede.

Lo que ocurrió entre el Buda y Mahakashyap es el primer momento registrado de zen en el mundo. Puede que haya ocurrido muchas veces antes pero no se convirtió en un camino espiritual como tal.

#8.El Buda dijo: «Suéltalo»

Un cierto día, un hombre vino a ver a Gautama, el Buda. Gautama estaba sentado solo en un pequeño recinto, y el hombre vino con dos puñados de flores porque en la India, esa es una forma normal de saludar a tu gurú. Cuando el hombre se acercó, Gautama lo miró y dijo: «Suéltalo». Al decir esto, el hombre pensó que como traía estas flores como ofrenda, Gautama le estaba diciendo que las soltara. Entonces pensó: «Quizá sea poco propicio porque las llevo en la mano izquierda». Esto es también parte de la cultura que si le das algo a alguien con tu mano izquierda, se considera poco propicio. Así que, soltó las flores de su mano izquierda y continuó en una forma apropiada. Gautama lo miró una vez más y dijo: «Suéltalo». Ahora no sabía qué hacer. ¿Qué tenían de malo las flores? Soltó el resto de las flores. Entonces Gautama dijo: «Dije que lo sueltes, no a las flores. Sino al que trajo las flores, tienes que soltar eso, de lo contrario no conocerás al Buda». Vendrás, te inclinarás, escucharás y te irás, pero no sabrás lo que significa estar con un iluminado. Te perderás por completo la posibilidad.

Si quieres añadir una dimensión completamente nueva a tu vida, tienes que soltar eso, no otra cosa. Soltar el trabajo, la familia, esto y aquello no significa nada. En este momento, lo que llamas «yo» es solo un manojo de pensamientos, emociones, ideas, opiniones y sistemas de creencias. Si no sueltas eso, ¿dónde hay una nueva posibilidad? ¿Solo intentas decorar lo viejo con algunos extras? Eso no va a ayudar, eso va a hacer las cosas más difíciles. Pero, si dices solamente «suéltalo», no se suelta, por lo que hay que implementar métodos y procedimientos para que esto suceda.

#9. Por qué el Buda envió a un monje con una prostituta

Gautama y sus discípulos se movían constantemente de pueblo en pueblo y de ciudad en ciudad. Dondequiera que iba, tenía al menos entre 2000 y 3000 monjes con él. Todas eran personas que mendigaban por su comida y comían. La India es una cultura en la que si una persona espiritual viene a tu puerta y pide comida, incluso si tus propios hijos no han comido, primero debes dársela a ella. Cuando la gente era así, cada vez que entraba en un pueblo con 2000 a 3000 monjes, de repente había una presión sobre los aldeanos. Así que, estableció la norma de que nunca debían permanecer en ningún lugar más de tres días para no agobiar a la gente.

Solo durante los monzones se hacía muy difícil viajar a pie por las selvas porque la parte norte y este del subcontinente indio recibía fuertes lluvias. Caminar por la selva habría sido traicionero, y muchos habrían perdido sus vidas. Por lo tanto, esta era una época en la que se quedaban en una ciudad más grande y se repartían por muchas casas.

Durante el día, los monjes salían a pedir limosna. Ananda Tirtha se encontró con una cortesana. Ella le dio limosna, lo miró, un joven alto y apuesto, y dijo: «Oí que unos monjes buscan cobijo. ¿Por qué no vienes y te quedas en mi casa?». Ananda Tirtha dijo: «Debo preguntar al Buda dónde quedarme». Ella se volvió realmente burlona: «Oh, ¿quieres preguntarle a tu gurú? Ve y pregúntale. Veamos qué dice». Ananda volvió a Gautama y puso lo que había colectado a sus pies. Se suponía que todos debían encontrar comida y cobijo dondequiera que vayan. Entonces, Ananda preguntó: «Esta señora me invita. ¿Puedo quedarme allí?». Gautama dijo: «Si ella te invita, debes ir y quedarte allí». Al oír esto, la gente del pueblo que andaba cerca se puso en pie de guerra. Dijeron: «¿Qué? ¿Un monje se va a quedar en la casa de una prostituta? ¡Ya está! Este proceso espiritual se corrompió». Gautama los miró y les dijo: «¿Por qué están tan preocupados? La señora lo invita. Dejen que se quede ahí. ¿Cuál es el problema?».

La gente empezó a levantarse. Dijo: «Esperen. Estoy en este camino porque veo que es la forma más preciosa y poderosa de vivir. ¿Ahora me dicen que los caminos de ella son más poderosos que el mío? Si esa fuese la verdad, debería ir y unirme a ella. Como verdadero buscador, así es como debería ser: si encuentras algo mucho más elevado, deberías ir por eso». La gente estaba muy enojada y, por supuesto, muchos se marcharon. Ananda fue y se quedó con ella. Debido a las lluvias, hizo frío. Solo llevaba una túnica fina, así que ella le regaló un bonito abrigo de seda. Él se cubrió con ello. Cuando la gente vio esto, lo tomaron como una evidencia de que iba por mal camino. Ella le preparaba buena comida. Él comía. Por la noche, ella bailaba para él. Él se sentaba a observar con suma atención. Cuando la gente oyó la música, pensó que había caído. El tiempo pasó. Cuando las lluvias cesaron y llegó el momento de seguir adelante, Ananda se presentó ante Gautama con una mujer monje. Este es el poder de estar en el camino de la verdad.

#10. Una madre pide al Buda que reviva a su hijo muerto

Un cierto día, una mujer que era madre de tres niños pequeños perdió a su marido y estaba desconsolada. Naturalmente, después de esto se aferró a los tres niños como a su vida. Pero el niño mayor también murió al cabo de un año y, poco después, el segundo también falleció. Ahora se aferraba a su único hijo por la vida, pero este niño también murió poco después. Incapaz de soportar esto, tomó el cuerpo del niño pequeño y fue a ver a Gautama, el Buda. Dijo: «Tú y toda tu espiritualidad. Lo que sea que digas no significa nada a menos que le des vida a este niño. Mi marido murió, y de alguna manera soporté eso. Mi primer niño murió y luego el segundo, también; yo seguí resistiendo. Ahora, el último también se ha ido. Si eres real, pruébalo ahora dando vida a este niño».

Gautama miró a la mujer y supo que en ese estado de emoción, cualquier cosa que pudiera decir o hacer no se transmitiría. Así que dijo: «Devolveré la vida a tu hijo. Ve y tráeme algunas semillas de sésamo de una casa que nunca haya conocido la muerte». Llevando el cadáver del niño, la mujer fue de casa en casa, buscando una que nunca hubiera conocido la muerte. Después de recorrer el pueblo entero, se dio cuenta de que no había ni una sola casa así. Entonces se detuvo, hizo lo que tenía que hacer con el cuerpo, volvió y se sentó frente a Gautama. Permaneció con él toda su vida.

#11. Cómo murió el Buda

Gautama, el Buda, murió de envenenamiento. Su comida estaba envenenada, después de comerla se dio cuenta de esto y supo que no lo soportaría. El anfitrión primero alimentó al Buda y prepararon la comida para todos los monjes que estaban con él. Entonces dijo: «Me diste comida maravillosa, la comí, pero no creo que mis discípulos puedan digerir este alimento. Debes estar satisfecho, con tu hospitalidad he comido. No se lo des de comer a mi gente». Luego, él cayó. No estaba muerto aún, pero yacía allí enfermo. Los discípulos se reunieron, así que tuvo que hablarles y darles alguna orientación sobre cómo llevar esto adelante porque llegó a un final inesperado. Habría vivido algunos años más. Era incapaz de sentarse. No podía hablar acostado, así que, solo apoyó su cabeza y habló. Esa postura se convirtió en la postura del Mahaparinirvana de Gautama, como se le llama. Esa postura se volvió muy sagrada para los budistas. Hay muchas imágenes del Buda acostado porque el último mensaje, la dirección básica que dio sobre cómo debía continuar este movimiento, fue en ese momento. Muchos budistas empezaron a acostarse así. Es una cultura. Puedes imitar la postura pero no puedes convertirte en un buda.

Pregunta: Sadhguru, ¿eso significa que no puedo convertirme en un buda?

Sadhguru: Si Gautama pudo convertirse en un buda, ¿por qué tú no podrías convertirte en un buda? Buda significa: «Alguien que está por encima de su intelecto». El propio esfuerzo de Ingeniería Interior es convertirte en un buda. Por momentos, te convertimos en un buda porque estuviste por encima de tu intelecto; por algunos momentos. Ahora todo el truco está en cómo permanecer ahí; solo reuniendo la conciencia necesaria para permanecer ahí.