Pregunta: Namaskaram, Sadhguru. Dijiste que, para que una persona tenga éxito, deben estar presentes estos cuatro factores: habilidad, inteligencia, gracia y suerte. ¿No es la suerte un derivado de la gracia? ¿Son la inteligencia y el intelecto lo mismo?

¿Quién representa la gracia y la suerte de los Pandavas?

Sadhguru: Hay un hermoso ejemplo en el Mahabharat: para los Pandavas, Krishna es su gracia, y Draupadi es su suerte. Drupada, el padre de Draupadi, quería que Krishna tomara a Draupadi como esposa; pero, en cierto modo, Krishna entrega a Draupadi a los Pandavas. Krishna pudo haberse casado con esta mujer de impresionante belleza, y eso lo habría convertido en un rey inmensamente poderoso. Los reinos de Panchala y Dwaraka juntos habrían sido una fuerza fenomenal. Pero él decide otra cosa. Así, cuando Krishna entrega a Draupadi a los Pandavas, es una gracia de él y una suerte para ellos.

El karma no es lo que piensas que es

Bajo la influencia de la gracia, no caminarás despreocupado. Si caminas por la vida despreocupado, te diriges al desastre. A cada paso que des en la vida, pisarás algo y causarás sufrimiento. Si crees que puedes beneficiarte al causar sufrimiento a otra persona, solo será un beneficio temporal. Lo pagarás de maneras que no entenderás o no podrás soportar. Nadie puede escapar de esto. El karma no es un concepto de crimen y castigo que, si cometes un crimen, alguien te castiga. El karma es una consecuencia de tu propia acción. Si arrojas una piedra hacia arriba, la gravedad no intenta golpearte con una piedra, sino que es tu piedra la que vuelve y te golpea en la cabeza. Eso es el karma.

La gente siempre piensa: «Si hago este karma, alguien me castigará». Nadie tiene que castigarte, eso es lo bonito. Si vives sin conocer la consecuencia de tu acción —que proviene de la falta de inteligencia y del exceso de intelecto— tu crecimiento no se producirá de forma homogénea en relación con la existencia. Ese tipo de crecimiento es peligroso; pagarás un alto precio por ello. Por desgracia, el mundo entero tiende a ir por este camino.

Pero, si estás bajo la influencia de la gracia, no tenemos que enseñarte cómo caminar. No habrá necesidad de fingir: caminarás con cierta delicadeza. Habrá una cierta consideración en lo que hagas. Y habrá una inteligencia natural dentro de ti para esperar la alineación correcta de las cosas en tu vida; no las forzarás. La suerte se dará de forma natural.

Por qué el intelecto no es inteligencia

¿Son la gracia y la suerte cosas distintas? No lo son. De hecho, las tres, incluida la inteligencia, no son cosas separadas. Si no tienes inteligencia, no te llegará la gracia. La gracia no necesita intelecto, no necesita un doctorado; pero necesita inteligencia. Inteligencia significa que estás en sintonía con la existencia. Un agricultor que está arando el campo, que nunca ha ido a la escuela, no puede entender todas las tonterías que estamos diciendo. Aun así, puede ser mucho más inteligente que tú, porque está más en sintonía con la existencia. Supongamos que mañana hay una inundación y desaparecen todas tus estructuras y comodidades. En una situación así, el agricultor analfabeto sobrevivirá mucho mejor que tú. Con todos tus artilugios, lo harás aparecer como un tonto. Pero, si a los dos se les deja en el bosque, él sobrevivirá; tú te aterrorizarás y morirás de hambre.

Inteligencia no es pensar en algo; inteligencia significa que te has acoplado y estás en sintonía con la creación. Esto es lo que significa dhyana o meditación; esto es lo que significa yoga. Yoga significa unirte a la creación de tal manera que funciones de forma brillante, no por tu intelecto sino por pura inteligencia. Y esa inteligencia no es tuya: es la inteligencia de la creación y del Creador.

Nota del editor

Los artículos de esta serie se basan en las charlas de Sadhguru durante el programa Mahabharat en el Centro de Yoga Isha, Coimbatore, en febrero de 2012. Guiados por Sadhguru, los participantes realizaron una exploración mística de la sabiduría de esta saga inmortal, a través de música, danza y procesos espirituales.