L a devoción es como la naturaleza. En la naturaleza, todo intenta ofrecerse a sí mismo al máximo; todo en la naturaleza siempre está intentando entregarse al máximo de su capacidad. Pero los seres humanos están intentando ahorrar. Como ahorran tanto de su alegría, su amor y todo lo que es valioso para ellos, tienen que hacer todo tipo de otras actividades despilfarradoras. Si los seres humanos pudieran simplemente sentarse y ser absolutamente felices, no pasarían el tiempo preocupados por una copa o una cena. Pero, debido a que van por la vida así, ahorrándose a sí mismos, están esperando: «¿Cuándo es la cena? ¿Cuándo llegará mi vino?». Si estuvieran rebosantes de alegría a cada momento, rebosantes de amor, rebosantes de éxtasis, ¿se preocuparían por la cena, la bebida, el sexo o cualquier otra cosa? Esos pensamientos no los mantendrían ocupados la mayor parte de su vida.

La devoción es solo eso, que has derribado todos estos límites de autoconservación; simplemente fluyes al máximo de lo que puedes fluir. Sea lo que sea por lo que sientas devoción, una vez que desmantelas la estructura concreta de lo que eres, de repente, la cualidad de aquello a lo que eres devoto, se reflejará en ti y esa cualidad se convertirá en ti. He visto esto siendo demostrado de maneras tan dramáticas. Ya sea un escritor, un científico, un deportista, un ama de casa o cualquier otra persona que se entregue por completo a lo que hace, esa persona tiene una cualidad diferente.

La devoción es solo eso, que has derribado todos esos límites de autoconservación; simplemente fluyes al máximo de lo que puedes fluir.

Un ejemplo maravilloso que he visto de esto es... En India había una santa. Nadie sabe de dónde venía porque no hablaba, pero viendo sus rasgos faciales, creo que venía de Nepal. Estaba en la ciudad de Kanyakumari, que es la punta del sur de la India. Ella simplemente vagaba por las calles y alimentaba a los perros, así que construyó toda una familia de perros a su alrededor. Incluso si ella no comía, alimentaba a los perros porque los quería mucho, y siempre había de ocho a diez perros siguiéndola dondequiera que fuera. A veces llegaba a tales extremos que entraba en un restaurante, cogía comida y la tiraba a la calle para que se la comieran los perros. En los restaurantes del sur de la India, algunos platos se exponen en una vitrina delante del local, como fritos , dulces y bolitas de azúcar . Cuando nadie miraba, cogía la comida y se la echaba a los perros, y ellos se alimentaban.

Empezó a recibir un trato social duro porque se la consideraba irresponsable, no santa; no encajaba en la definición estándar de santa. Por ello, tuvo que enfrentarse a muchas situaciones sociales que no siempre eran agradables. Pero, a veces, la gente la encontraba flotando sobre las olas. Ella simplemente estaba sentada sobre el agua flotando por todo el océano. Cuando quería volver a la orilla, nadaba; si no, se quedaba flotando en el agua y se adentraba en el océano. Una vez que vieron esto, la gente empezó a venerarla. Algunos se reunieron a su alrededor, pero ella nunca habló, ni una palabra. Ella caminaba y algunas personas caminaban detrás de ella. Si se sentaba, ellos se sentaban a su alrededor.

Más adelante, en su vejez, alguien la llevó a Salem, un poco más cerca de Coimbatore, donde vivió y dejó su cuerpo y allí sus discípulos construyeron un Samadhi para ella. Sucedió que, hace algún tiempo, me estaba quedando en una estación de montaña cercana a este lugar y alguien me enseñó su foto. En cuanto vi la foto dije: 'Quiero ir allí'. Fuimos los tres: yo, mi mujer Vijji y mi hija Radhe, que tenía unos cinco años. El lugar reverberaba extraordinariamente. Dije: «¡Vaya! Para ser alguien que nunca habló, esto es demasiado bueno». Este un lugar fantástico.

Era un día de luna llena y algunos de sus seguidores nos pidieron que nos quedáramos a tomar prasad esa noche, así que dije: «¡Por supuesto! Me quedaré». Y Radhe se quedó allí sentada, cerca del Samadhi, con los ojos cerrados y sacudiendo la cabeza, inmóvil, porque ese lugar es como un imán. Ni siquiera un niño de cinco años podría perdérselo; simplemente la sostuvo así. Y lo mejor fue que uno de sus discípulos, un hombre devoto de Mayamma, se puso delante de mí y su rostro se había vuelto exactamente igual al de ella. Los rasgos de ella eran nepalíes, definitivamente no eran del sur de la India. Simplemente lo miré y me brotaron las lágrimas: este es un devoto del más alto nivel. Ella es de otra raza, este hombre es del sur de la India, pero su cara se ha transformado exactamente igual a la de ella. Verlo fue realmente asombroso.

La devoción hace esa clase de cosas. Si desmantelas las estructuras de lo que eres y te absorbes completamente en algo, si ese algo es lo suficientemente poderoso, simplemente dejará en ti su huella. Esa es la idea de la devoción: que tú te conviertas en eso. No se trata de ser devoto de alguien o de algo; es solo que es el nivel más alto de percepción. Puedes imprimirte lo que buscas porque te has abierto completamente.

Si eres un poco devoto, llamémoslo romance... hay un pequeño romance entre tú y yo. Pero en cualquier momento puedes recuperarte, es decir, te estabas enamorando de mí y te recuperaste justo a tiempo. Espero que no te recuperes. Si no cumplo con tus expectativas, si no hablo como tú crees que debería hablar, si no me comporto como tú crees que debería comportarme, verás que ese pequeño romance desaparecerá. Así que un poco es siempre peligroso. No intentes guardarla porque no puedes llevártela a ninguna parte. No puedes llevarte esta vida a ninguna parte. Tienes que permitir que florezca plenamente aquí, ahora, no en otra parte. No intentes guardar la fragancia de la vida. Los que se la guarden, apestarán. A los que la irradian, los verás como seres fragantes.

Amor y gracia,

   

Nota del editor

En este video Sadhguru examina el poder de nuestra inteligencia emocional y cómo puede activarse para vivir una vida de alegría e inclusión.