Dar, la transacción suprema
En el spot de esta semana, Sadhguru escribe: «Si no sabes cómo convertirte en una morada de la Gracia Divina, hay formas más sencillas de llegar allí». Una forma sencilla es hacer de tu vida una entrega.
L a vida en sus millones de manifestaciones, es, esencialmente, una variedad de transacciones. Las transacciones pueden ser de muchos tipos: entre naciones, culturas, individuos. Hay transacciones que son celulares, atómicas y cósmicas. Incluso, mientras estás sentado, esta misma respiración es una transacción. Realmente no hay elección entre realizar transacciones o no. La elección es solo sobre si lo harás con gracia o de mala manera. Todo es una transacción; una guerra es una transacción, incluso una violación horrenda es una transacción. También lo son el comercio, el amor y la devoción. Algunas transacciones son una expresión de la depravación humana, algunas son una expresión del ingenio y la belleza humana, y algunas son un florecimiento de la consciencia humana. Si puedes solo sentarte y no hacer absolutamente nada, verás que el nivel más alto de transacción, de proporciones cósmicas, ocurre justo aquí. No tienes que hacer nada.
Si no sabes cómo convertirte en una morada de la Gracia Divina, existen formas más sencillas de llegar allí. Una forma sencilla es hacer de tu vida una entrega. Cuando digo una entrega, no debe entenderse como un acto. Dar como un acto es un engaño porque, ¿qué puedes dar? Todo lo que tenemos, incluyendo este cuerpo, lo hemos tomado de este planeta. Lo que podemos dar es solo una parte insignificante de lo que hemos tomado. Dar como acto puede ser muy engañoso y puede volverse feo; pero, si tu forma de ser es dar y tus acciones son solo una manifestación de eso, cuando abres tu corazón para dar, invariablemente se filtra la Gracia de lo Divino. Eso es inevitable.
Ha sido mi fortuna y privilegio que, a una edad muy temprana, fui testigo de un cierto estado de entrega que estaba más allá de la comprensión de cualquiera, incluida la mía. Te he hablado muchas veces de mi bisabuela que vivió hasta los 113 años. Como nunca se moría, la gente creía que era un diablo de mujer. Enterró a su esposo, enterró a todos sus hijos y a algunos de sus nietos, pero ella no se moría. Por la mañana, si le daban el desayuno, siempre regalaba al menos dos tercios a las hormigas, pájaros y ardillas; especialmente a las hormigas. Y había alrededor asesores no solicitados que decían: «Está tirando toda su comida, esta anciana morirá sin comer». Todos murieron; ella no.
Hubo muchos días en los que la vi con un poquitito de desayuno que le quedó en el plato. Ella simplemente se sentaba allí, mirando comer a las hormigas. Le corrían las lágrimas por sus mejillas y, cuando alguien preguntaba: «¿No vas a comer?», ella decía: «Estoy llena. Ya estoy llena». Yo creía que ella tenía algún tipo de amorío emocional con las hormigas. Yo solo tenía tres, cuatro, cinco años. Ella tenía más de cien. Fue muchos años después que me di cuenta de que hay otra manera de hacer transacciones con el mundo. Si las hormigas comían, ella se alimentaba. Una mente lógica nunca entendería esto. Esto parecería basura para una mente pensante, pero ella se alimentaba así. Es este alimento el que le dio una longevidad extraordinaria.
Esto es algo que no podemos explicar médicamente, pero he notado que, cada vez que ayuno, durante los dos primeros días siempre aumento de peso. A veces hasta 1,5 a dos kilogramos. La gente puede decir «Oh, debes estar bebiendo litros de agua». Esa no es la razón. La vida ocurre de muchas maneras. Tu nutrición no viene solo de la comida que comes. Incluso ahora, solo del 25 al 30 por ciento de tu nutrición proviene de los alimentos. El resto es el aire que respiras, el agua que bebes y la luz del sol. Sin estas cosas te disiparás.
Primero, quiero que entiendas. Has venido sin nada, así que no puedes dar. Solo estamos tratando de engañar al Creador. Solo lo actuamos. El Creador también sigue el juego, así que está bien. Nosotros estamos jugando un juego. Somos listos, así que estamos tratando de engañarlo, pero, siendo inteligente, el Creador sigue el juego. Pero aquí no hay nada que dar; hemos recogido todo de aquí. Tomamos mucho y damos un poco, y esa es la única forma en que puedes vivir. No importa cuánto des. Lo que has tomado es siempre más grande que lo que has dado. Esa es la única forma en que la vida puede ser.
Así que no hagas de dar la gran cosa. Es solo un truco. Si no conoces ningún otro modo de abrirte a lo que es la fuente de la creación, esta es una posibilidad simple. Simplemente convierte cada acto y cada respiración en un proceso de entrega, mira cómo puedes contribuir a todo lo que te rodea, sin importar lo que estés haciendo. Verás que, en 24 horas, serás tan rico que la experiencia de la vida, la belleza de la vida, iluminará tu rostro porque esa es la única forma en que funciona la vida.
El proceso de la vida es un dar. Es una transaccion. En todo dar hay un tomar. Estamos tomando más de lo que estamos dando, pero, en tu mente, simplemente ignoras el tomar. Solo sigues dando porque no tienes que tomar; se te empuja dentro de ti. Afortunadamente, el Creador concede así su gracia.
Hubo un hombre que limpió cuarenta hectáreas de bosque y lo convirtió en tierra de cultivo. Sus dos hijos le ayudaron y se hicieron prósperos. Cuando el hombre se estaba muriendo, llamó a sus dos hijos y les dijo que la tierra nunca debería dividirse, pero que la producción debería repartirse en partes iguales, el cincuenta por ciento, para cada hijo.
En consecuencia, siguieron la palabra de su padre. Uno de los hermanos se casó y tuvo cinco hijos. El otro nunca se casó. La vida continuó y cada uno tomaba el cincuenta por ciento. Un día, un gusano entró en la mente del hermano que tenía esposa y cinco hijos. Pensó: «Estoy recibiendo el cincuenta por ciento; mi hermano también recibe el cincuenta por ciento. Yo tengo esposa y cinco hijos. Mi hermano no tiene a nadie. Cuando sea viejo, ¿quién lo cuidará? Debería tener un poco más que yo, porque yo tengo la riqueza de mis hijos. Pero es demasiado orgulloso; no lo tomará de mí». Así que, en la oscuridad de la noche, llevó en silencio un saco lleno de grano y entró en el almacén de su hermano, dejó este saco y regresó. Siempre que podía, iba y hacía esto.
El mismo gusano entró en la mente de su hermano. Pensó: «Estoy solo, mi hermano tiene cinco hijos que alimentar y yo estoy recibiendo el cincuenta por ciento; pero, si le doy más, no lo tomará». Entonces comenzó a hacer lo mismo por la noche. Esto continuó durante muchos años y ninguno de los dos se dio cuenta. Una noche, los dos hermanos que llevaban en secreto sacos de granos caminaron hacia el almacén del otro y se encontraron cara a cara. De repente, se dieron cuenta de lo que estaba pasando. Miraron hacia otro lado, era demasiado vergonzoso, y dejaron el grano y volvieron a la cama. Luego de unos pocos años, fallecieron. La gente del pueblo quería construir un templo y fueron por todas partes buscando un sitio. Entonces se decidieron por este lugar, donde estos dos hermanos se encontraron y se sintieron avergonzados por su generosidad. Pensaron que este sería el mejor lugar para construir un templo.
Así que, si das y te avergüenzas de tu dar, has construido un templo en el lugar donde estás en este momento.