Sadhguru: Es común escuchar a la gente decir que su cabeza los guía en una dirección y su corazón en otra. En el yoga, la base fundamental que establecemos es la siguiente: eres una sola persona, un ser único y unificado. No hay separación de cabeza y corazón; tú eres un todo.

Primero entendamos qué es lo que se conoce como la «cabeza» y el «corazón». Usualmente asignas tus pensamientos a la cabeza y tus emociones al corazón. Pero, si miras esto cuidadosamente y con absoluta sinceridad, te darás cuenta de que la manera en que piensas es la manera en que sientes. Pero también es cierto que la manera en que sientes es la manera en que piensas. Por este motivo, el yoga incluye tanto el pensamiento como la emoción como parte del mismo manomayakosha, o cuerpo mental.

Lo que normalmente concibes como «mente» es el proceso del pensamiento o intelecto. Pero, de hecho, la mente tiene muchas dimensiones: una es el aspecto lógico. Otra es el aspecto emocional más profundo. El intelecto, como sabemos, se llama «buddhi». La dimensión más profunda de la mente se conoce convencionalmente como el corazón. Pero, en el yoga, esta mente emocional más profunda se conoce como «manas». Manas es una compleja amalgama de memoria que moldea las emociones de una manera en particular. Por tanto, la forma en que sientes y la forma en que piensas son ambas actividades de la mente.

El pensamiento y el sentimiento no son diferentes. Uno es seco. El otro es jugoso. Disfruta de ambos.

Por ejemplo, si pienso que eres una persona maravillosa, tendré emociones dulces hacia ti. Si pienso que eres una persona horrible, albergaré emociones desagradables sobre ti. Si haces de alguien tu enemigo y luego tratas de amarlo o amarla, eso es un trabajo duro. No volvamos un trabajo duro los aspectos sencillos de la vida.

La forma en que piensas es la forma en que sientes, pero el pensamiento y el sentimiento parecen ser diferentes en tu experiencia. ¿Por qué es así? Porque el pensamiento conlleva una cierta claridad y agilidad. La emoción es más lenta. Por ejemplo, hoy piensas que esta es una persona muy maravillosa y tienes sentimientos afectuosos hacia ella. De repente, hace algo que no te gusta, y piensas que es horrible. Tu pensamiento te dice que es horrible, pero tu emoción no puede cambiar inmediatamente. Le cuesta. Si es dulce ahora, no puede volverse amarga al momento siguiente. Le lleva tiempo hacer el cambio. Tiene un arco de giro más amplio. Dependiendo de la fuerza de tu emoción, tal vez le tomará tres días o tres meses o tres años, pero después de algún tiempo, cambiará.

No hay necesidad de crear este conflicto entre la cabeza y el corazón. La emoción es solo la parte más jugosa del pensamiento. Puedes disfrutar de su dulzura, pero en gran medida es el pensamiento el que conduce a la emoción, ya sea que lo reconozcas o no. La emoción no es del todo estable. Tu emoción también parlotea, va de un lado a otro, pero es menos ágil que el pensamiento. Como tarda más en cambiar y su intensidad suele ser sustancialmente mayor que la del pensamiento, a menudo parece que el pensamiento y la emoción son diferentes. Pero no están más separados que la caña de azúcar y su jugo.

En la experiencia de la mayoría de la gente, el pensamiento no es tan intenso como la emoción. (Por ejemplo, normalmente no piensas con la misma intensidad con la que te enfadas). Pero, si generas un pensamiento lo suficientemente intenso, también puede abrumarte. Es posible que solo de un cinco a un diez por ciento de la población sea capaz de generar un tipo de pensamiento tan intenso que no necesite de la emoción. El noventa por ciento de la población puede generar solo emociones intensas porque nunca han hecho el trabajo necesario en la otra dirección. Pero hay personas cuyo pensamiento es muy profundo. No tienen mucha emoción, pero son pensadores muy profundos.

Es mejor no crear polaridades dentro de ti mismo. Eso genera guerra civil y esquizofrenia. El pensamiento y el sentimiento no son diferentes. Uno es seco. El otro es jugoso. Disfruta de ambos.

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