Sadhguru nos cuenta la historia de cuando Aristóteles conoció a Heráclito, para ilustrar cómo tendemos a perdernos en nuestro proceso de pensamiento y a perder la perspectiva en la vida.

Sadhguru: Alguien te dijo: «Pienso, luego existo». ¿Es eso realmente cierto? Es solo porque existes que puedes generar un pensamiento, ¿no es así? Tu proceso de pensamiento se ha vuelto tan compulsivo y tu enfoque se ha desplazado de tu existencia a tu pensamiento hasta tal punto que, ahora, estás empezando a creer que existes porque piensas. Incluso sin tus tontos pensamientos, la existencia existe. ¿Qué puedes pensar, realmente? Solo las tonterías que has acumulado y reciclado. ¿Puedes pensar en algo distinto de lo que te han metido en la cabeza? Todo lo que estás haciendo es reciclar datos antiguos. Este reciclaje se ha vuelto tan importante que la gente incluso se atreve a decir: «Pienso, luego existo». Y eso se ha convertido en la forma de vida del mundo.

Porque tú eres, puedes pensar. Si lo eliges, puedes ser plenamente y, aun así, no pensar. Los momentos más bellos de tu vida —momentos de dicha, momentos de alegría, momentos de éxtasis, momentos de paz absoluta— fueron momentos en los que no estabas pensando en nada. Estabas solo viviendo.

¿Quieres ser un ser viviente o un ser pensante? Ahora mismo, el noventa por ciento del tiempo, solo estás pensando en la vida, no viviendo la vida. ¿Has venido aquí a experimentar la vida o a pensar en la vida? Cada uno puede concebir sus propias tonterías de cualquier manera que quiera; estas no necesariamente tienen algo que ver con la realidad. Tu proceso psicológico es un acontecimiento muy pequeño comparado con el proceso de la vida; pero, ahora mismo, se ha convertido en algo mucho más importante. Necesitamos mover la importancia al proceso de la vida una vez más.

Aristóteles es conocido como el padre de la lógica moderna; su lógica era inmaculada. Era intelectualmente brillante, no hay duda de eso; pero trató de extender la lógica a todos los aspectos de la vida y, de muchas maneras, se discapacitó a sí mismo.

 

 

Hay una historia, no sé si es un hecho, pero huele a verdad. Un día, Aristóteles iba caminando por la playa. Se estaba produciendo una gloriosa puesta de sol, pero él no tenía tiempo para esos insignificantes eventos cotidianos. Estaba pensando seriamente en algún gran problema de la existencia porque, para Aristóteles, la existencia es un problema y cree que lo va a resolver. Pensando seriamente, caminaba de un lado a otro de la playa. Había otro hombre en la playa que estaba haciendo algo muy intensamente; tan intensamente que ni siquiera Aristóteles pudo ignorarlo.

Ya sabes, la gente que piensa demasiado en sus propias tonterías termina ignorando la vida a su alrededor. Son las personas que no le sonríen a nadie ni miran a nadie en el mundo. No tienen ojos para mirar una flor, una puesta de sol, un niño o una cara sonriente —o, si es una cara no sonriente, no tienen ninguna inclinación para hacerla sonreír—; ¡no tienen esos pequeños deberes o pequeñas preocupaciones en el mundo! Ignoran toda la vida que les rodea, porque están muy ocupados resolviendo los problemas de la existencia.

Pero Aristóteles no pudo ignorar a este hombre y observó atentamente lo que hacía: este hombre iba al océano, regresaba, iba al océano, regresaba, todo con gran intensidad. Así que, Aristóteles se detuvo y le preguntó: «Oye, ¿qué estás haciendo?».

El hombre dijo: «No me molestes, estoy haciendo algo muy importante», y siguió y siguió.

Aristóteles sintió aún más curiosidad y preguntó: «¿Qué estás haciendo?».

El hombre dijo: «No me molestes; algo muy importante».

Aristóteles dijo: «¿Qué es esta cosa importante?».

El hombre le mostró un pequeño agujero que había cavado en la arena y le dijo: «Estoy vaciando el océano en este agujero». Tenía una cuchara en la mano.

Aristóteles miró esto y se rió. Ahora bien, Aristóteles es de los que pueden pasar un año sin un solo momento de risa, porque él es intelecto. Hay que tener un corazón para reír. El intelecto no puede reír; solo puede diseccionar.

Pero, incluso Aristóteles, se rió de esto y dijo: «¡Esto es ridículo! Debes estar loco. ¿Sabes lo vasto que es este océano? ¿Cómo puedes vaciar este océano en este pequeño agujero? Y, además, ¿con una cuchara? Si, al menos, tienes un cubo, hay alguna posibilidad. Por favor, deja esto; esto es una locura, te lo estoy diciendo».

El hombre miró a Aristóteles, tiró la cuchara y dijo: «Mi trabajo ya está terminado».

Aristóteles dijo: «¿Qué quieres decir? Dejemos de lado lo de vaciar el océano; ni siquiera el agujero está lleno. ¿Cómo puedes decir que tu trabajo está terminado?».

El otro hombre era Heráclito. Heráclito se levantó y dijo: «Estoy tratando de vaciar el océano en este agujero con una cuchara. Me dices que es ridículo, que es una locura y que, por tanto, debería dejarlo. ¿Qué intentas hacer tú? ¿Sabes lo vasta que es esta existencia? Puede contener mil millones de océanos como este y más, y tú estás tratando de vaciarla en el pequeño agujero de tu cabeza, ¿y con qué? Con cucharas llamadas "pensamientos". Por favor, déjalo. Es totalmente ridículo».

Si quieres conocer las dimensiones vivenciales de la vida, nunca las conocerás con el insignificante pensamiento. No importa lo bien que puedas pensar, el pensamiento humano sigue siendo insignificante. Aunque tengas el cerebro de Einstein trabajando dentro de ti, sigue siendo insignificante, porque el pensamiento no puede ser más grande que la vida. El pensamiento solo puede ser lógico, al funcionar entre dos polaridades. Si quieres conocer la vida en su inmensidad, necesitas algo más que tus pensamientos, algo más que tu lógica, algo más que tu intelecto.

Esta es la elección que tienes: o aprendes a vivir con la creación o creas tu propia creación sin sentido en tu cabeza. ¿Qué opción quieres ejercer? En este momento, la mayoría de la gente vive en los pensamientos, en un espacio psicológico, no en un espacio existencial. Y, por lo tanto, están inseguros, porque puede colapsar en cualquier momento.

El planeta está girando a tiempo. No es un acontecimiento pequeño. Todas las galaxias van perfectamente bien, el cosmos entero va de maravilla. Pero, tú tienes un pequeño pensamiento desagradable rondando por tu cabeza, y es un mal día.

Tienes la libertad para pensar lo que sea que quieras. ¿Por qué no simplemente piensas pensamientos agradables? El problema es solo el siguiente: tienes un computador para el cual no te has molestado en encontrar el teclado. Si tuvieras el teclado, podrías escribir las palabras correctas, ¿no es así? No tienes el teclado y estás aporreando tu computadora como un hombre de las cavernas, así que siguen apareciendo todas las palabras equivocadas. Prueba esto con tu computador; el resultado parecerá una obscenidad.

Has perdido tu perspectiva de la vida porque piensas que eres mucho más de lo que eres. En el espacio cósmico, si te miras a ti mismo con perspectiva, eres menos que una mota de polvo, pero crees que tu pensamiento —que es menos que una mota en ti— debería determinar la naturaleza de la existencia. Lo que yo pienso y lo que tú piensas no tiene ninguna importancia. Lo que es importante es la grandeza de la existencia: la única realidad.

Has oído hablar de la palabra «Buda». Aquel que se ha elevado por encima de su intelecto, o aquel que se ha elevado por encima de la dimensión discriminatoria y lógica de su vida, es un Buda. Los seres humanos han inventado millones de formas para sufrir. Para todo esto, la unidad de fabricación está solo en tu mente. Cuando te has elevado por encima de tu mente, este es el fin del sufrimiento. Cuando no hay miedo al sufrimiento, hay libertad absoluta. Solo cuando esto sucede, un hombre es libre de experimentar la vida más allá de sus limitaciones. Así que, ser un Buda significa que te has convertido en un testigo de tu propio intelecto. La esencia del yoga y de la meditación es precisamente esta: una vez que tienes un espacio claro entre tú y tu mente, experimentas una dimensión de la existencia completamente diferente.

El siguiente paso

Podrías probar esta práctica sencilla. Abre tu grifo, o cualquier artilugio similar, de tal manera que solo caigan entre cinco y diez gotas por minuto. Mira si puedes observar cada gota: cómo se forma, cómo cae, cómo salpica en el suelo. Haz esto entre quince y veinte minutos cada día. De repente, te volverás consciente de tantas cosas alrededor de ti y dentro de ti de las que, ahora mismo, eres completamente inconsciente.

Descargar «Inner Management» («Administración interior»).

Nota del editor: Descarga el libro electrónico gratuito «Inner Management» («Administración interior»), en el que Sadhguru ofrece herramientas eficaces para potenciar nuestras capacidades y nos da una manera de abrir toda una nueva dimensión de la vida que nos libera de las influencias externas. (Aún no se encuentra traducido al español).

Cortesía de las imágenes: Heráclito, por Johannes Moreelse, en WikimediaAristóteles, por Francesco Hayez, en Wikimedia.